2004: Una Oficina en Kiev
En 2004 un ciudadano estadounidense inauguró una sucursal en Ucrania para dar prioridad a su trabajo con un espía ruso y tres oligarcas. Su nombre es Paul Manafort

Existe estos días una continua conversación sobre la implicación o su ausencia de los países que forman parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en conflictos de aquellos que no son miembros en situaciones de efectos mundiales. La OTAN nació poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial como una organización de alianza defensiva entre naciones (nada nuevo en la historia de la humanidad), y su origen estuvo marcado por la preocupación de diversos países ante las políticas expansionistas de la entonces Unión Soviética.
Ucrania había pedido la adhesión a la OTAN en 2008, y la organización lo había reconocido como aspirante oficial una década más tarde, con visos de llegar a conseguirlo en 2024. Esto no gustó al Kremlin, que nunca renunció a recuperar Ucrania y otros territorios, y siempre dejó claro que ninguno de ellos debía formar parte de ninguna organización intergubernamental.
En este escenario, al no formar Ucrania aún parte de la OTAN, muchos de los países miembros parecen posicionarse en la no intervención para la defensa de un país soberano atacado y ocupado por orden de Putin.
Veamos hasta qué punto esta es la única vara de medir, y, en caso de serlo, su legitimidad.
Para ello vamos a remontarnos a un año importante para poder leer con un contexto necesario los eventos que estamos presenciando en Ucrania en 2022.
PAUL MANAFORT
Por un momento tratemos de olvidar los rasgos más conocidos de Paul Manafort: su trabajo como jefe de la campaña presidencial de Donald J. Trump, el haber terminado siendo el ciudadano con el mayor número de delitos (veremos si sigue ostentando el título según va desarrollándose la investigación del 6E) presentado ante la justicia estadounidense, incluyendo sus acciones en Ucrania; el indulto presidencial…
Imaginad una oficina en Kiev de una consultoría con asesoría política en 2004. Paul Manafort la dirige pero no está instalado en Ucrania a tiempo completo dadas sus actividades de cabildeo derivadas de sus antiguas asociaciones como co-fundador en Davis Manafort & Freeman, Inc., Davis, Manafort & Stone, y Black, Manafort, Stone, & Kelly [Sí, ese Stone].
Su empleado de confianza en Kiev se llama Konstantin Kilimnik: este nombre es importante; recordadlo no solo porque aparecerá a menudo en otros escenarios, sino porque es un agente de inteligencia ruso.
Veamos qué hacía exactamente Manafort en Ucrania y con quién se relacionaba para ello.
DMYTRO FIRTASH
Como introducción, y para dejar clara la definición de ahora en adelante, recordemos que oligarquía significa “el gobierno de unos pocos”; esta es su etimología original y sigue siendo acertada para este grupo de individuos que ejercen el poder sin cargo político, en su mayoría haciéndose con los recursos de la antigua Unión Soviética y expandiendo su imperio criminal de forma global.
Putin se hizo con Gazprom (la compañía nacional de gas en Rusia) en el año 2000, y lo hizo colocando a sus hombres de confianza. Esto significa que la mayor compañía rusa es llamada “estatal” pero está en realidad en manos privadas.
Manafort hizo negocios con varios de estos hombres. Su papel fue clave en la trama de “conspiración y crimen organizado” (según describen varios documentos judiciales de diversos casos pendientes en los EUA) de Dmytro Firtash, presidente, inversor y/o socio en la sombra de Group DC, RUE, CMZ Ventures y otras compañías afiliadas mediante las que blanqueaban capitales de sus mordidas y monopolio en Ucrania y otros países.
Es importante resaltar el papel protagónico de recursos energéticos y materiales en el mundo del crimen organizado transnacional: será una constate. Quienes los dominan para su propio beneficio, ya sea poseyéndolos o gestionándolos, aparecerán una y otra vez en El Mal DE Nuestro Tiempo. De hecho, hoy nos centramos en la relación de Firtash con el gas, pero en el futuro lo veremos relacionado con otros elementos, materiales y personas. También veremos la extensión de su relación con Paul Manafort y su entorno, que es imposible contar en un solo artículo.
Otra directriz importante para ir uniendo y comprendiendo estos entramados (y que intento recordar periódicamente en redes) es tener siempre en cuenta nombres de individuos, empresas y gobiernos.


Desde 2004 a 2009, la empresa intermediaria de gas RosUkrEnergo AG (RUE) de Firtash/Putin usaba el gas como arma política: recibía el gas que Rusia transportaba a través de Gazprom desde, en su mayoría, Turkmenistán a un precio muy por debajo del mínimo del mercado para hacer presión en su poder sobre Naftogaz (la compañía nacional de gas de Ucrania), venderlo allí a precios inflados y asegurarse ganancias millonarias para el Kremlin, Firtash, el propio Manafort y la campaña presidencial del candidato de Putin en Ucrania; todo ello con la connivencia de los oficiales ucranianos colocados por el Kremlin en Naftogaz (más adelante miembros del comité de RUE). El más útil de estos oficiales de Putin recibió, como se indicaba antes, el apoyo de Firtash, y llegó a la presidencia de Ucrania: fue Viktor Yanukovich. Su asesor político en esa campaña presidencial de 2010 fue Paul Manafort, que estuvo presente en los mítines en el Donbás. Yanukovich fue presidente hasta 2014, otro año crítico para Ucrania, cuando huyó a Rusia.
Sí, estas comisiones infladas son una inversión para una operación de lo que explicamos anteriormente como Medidas Activas en Ucrania.
El trato lo propuso Grazprom (creemos que ideado por Putin y Leonid Kuchma), que se poseía el 50% de RUE, mientras que Firtash ocultaba su 45% en una compleja red de compañías pantalla creada por Manafort (y el equipo de abogados de Firtash. Siempre encontraremos abogados como co-conspiradores necesarios en el crimen organizado).
OLEG DERIPASKA
Deripaska es un actor básico del crimen organizado transnacional, y su relación con Manafort aparecerá en otras tramas en adelante.
Desde al menos en 2005 está documentada su relación, que estaba en cierto modo compartimentalizada entre la consultoría empresarial y política, incluyendo DMP International LLC (DMI). Tenían un hombre en común que en ocasiones hacía de puente entre ambos cuando veían que la situación requería un perfil bajo. Ese hombre era el espía ruso antes mencionado Konstantin Kilimnik.
Deripaska es “el oligarca del aluminio”, y su carrera repite el mismo currículo que Firtash: ser aliado de confianza de Putin. Su empresa Rusal es la empresa de aluminio más grande del mundo; era la segunda, pero gracias a la Administración Trump y al líder del Senado, Mitch McConnell, ostenta hoy ese puesto. Ya llegaremos a ese punto.
RINAT AKHMETOV
Fue Oleg Deripaska quien presentó a Manafort al oligarca Rinat Akhmetov, para quien trabajó como consultor político en Ucrania para apoyar El Partido de las Regiones, cuyo candidato presidencial era Yanukovich. De hecho, como hemos visto antes, Paul Manafort ya estaba implicado estratégica y económicamente en colocar al candidato de Putin en la presidencia de Ucrania.
La relación de Paul Manafort con estos hombres (especialmente Firtash, Deripaska y Yanukovich) es imprescindible para poder analizar con precisión hechos que cambiaron el curso de la historia.
Aunque suponga un salto temporal (será contado en su propio artículo) creo significativo rescatar esta descripción de hechos de la investigación del fiscal especial Robert Mueller:
Kilimnik pidió el encuentro para entregar en persona un mensaje de (…) Yanukovick, que estaba viviendo en Rusia. El mensaje era sobre “El Plan de Paz” para Ucrania que Manafort ha recononocido que era una medida de Rusia para controlar el este de Ucrania. Meses después (…) Kilimnik escribió a Manafort que el éxito del plan requeriría el apoyo de los EUA “Todo lo requerido para iniciar el proceso es un ‘guiño’ o un empujoncito de [Donald Trump]”.
En aquel entonces Manafort era el jefe de campaña de Donald Trump.
Por cierto, ¿os suena esto de “El Plan de Paz”? ¿Sí? Porque nos lo están colando los mismos una y otra y otra vez. En esta precisa ocasión llevó al primer impeachment de Trump.


Al fin y al cabo, una de las máximas de las Medidas Activas es que si funcionan se utilicen hasta que dejen de hacerlo.
Es oportuno recordar en este punto que la Fiscalía Anticorrupción llevó ante la justicia una trama masiva de blanqueo de capitales en España protagonizada por el jefe de jefes de la mafia rusa, Semion Mogilevich, y Dmytro Firtash. El Juzgado número 21 de Barcelona archivó la causa alegando que “no hay ninguna prueba de que los sospechosos hayan participado o colaborado con anterioridad en operaciones del crimen organizado. Tampoco, que hayan estado en el blanco de las autoridades de sus respectivos países por otras infracciones”. Era el año 2020.
Las compañías de gas intermediarias de Firtash están registradas en Suiza y Chipre, se han localizado cuentas de su entramado societario en Nueva York y Alemania, Austria denegó a EUA la extradición de Firtash para ser juzgado por sus delitos en India. Todo ello en detrimento de gobiernos democráticos y a costa de los impuestos de ciudadanos expoliados, especialmente en Ucrania. Y esto en 2004, antes de una serie de eventos extremos (si este no nos lo parece suficiente).
Al final es otra constante que encontraremos: pedimos el carné actualizado e impoluto como socios legítimos de nuestros clubes de “países desarrollados”, pero no presentamos ningún requerimiento ni compensación cuando empresas e individuos, con nuestro conocimiento, expolian estos países soberanos. También exigimos esa normativa cuando son invadidos y asesinados… pero los trámites para esa membresía los alargamos, no vaya a ser que “el gobierno de unos pocos” delincuentes vaya a molestarse por hacer algo legítimo.